Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






25 de noviembre de 2010

De la cólera

"La ira es el ánimo de devolver un sufrimiento". Séneca

Esta vez, os escribo desde los pliegues de mi corazón, queridos descontentos, pues la ira es hoy, para mí, causa y consecuencia. Consecuencia de una vida, causa de un desaire.
Históricamente, las formas no sólo sirven para halagar, incluso doblegar, sino para respetarse a uno mismo y ,por extensión, a los demás. Hace poco, yo falté al mío y estoy descontento por ello. La rabia, que intenta campar siempre a sus anchas por nuestras arterias, hay que contenerla con la razón, con el sosiego, con el corazón, hasta que, simplemente, no surja. La ira rompe lo que más queremos y devuelve un sufrimiento, sí, pero provoca muchos. Debemos querernos a nosotros mismos y no a través de los demás. Si los demás no nos quieren y nosotros sí, progresamos, si los demás nos quieren y nosotros sí, también; pero si no nos queremos, amamos a nosotros mismos, nunca veremos el amor de los demás. Perderemos entonces las formas, porque surgirá la cólera. Y la cólera no se puede contener, es un perro rabioso que muerde el interior y al resto. Pero se puede expulsar de nuestras concavidades. Hay que tener valor, ser constante, para matar las rabias, para matar nuestra parte mala y eso se hace conservando las formas, compartimentando situaciones en las que se nos ponga a prueba y convertir esa fuerza en amor, progreso, proyectos, apoyo, vitalidad; el tiempo hace el resto. De este modo se cultiva la felicidad. Por mi parte, ayer fui inconstante. Hoy, para intentar arreglarlo, lo que hago es quererme más que ayer. Cuanto más nos queramos, más puro es el amor que regalamos y menos oímos las voces que intentan justificar el desasosiego.


Dedico este post a todos los que han padecido la ira de los demás y, en concreto, la mía.

22 de noviembre de 2010

Cosificación de la vida

Dicen las sentencias de Derecho Penal del Tribunal Supremo español, esto es, la jurisprudencia española en materia penal, que la muerte "es la cosificación de la vida". Y cosificar no es más que hacer de algo una cosa. De este modo, los magistrados con aires de filósofo en paro que disfrutan del buen whisky, postulan que para ellos, la muerte es cuando la vida se hace "cosa". Resulta muy romántico que el cadáver sea una metáfora de la vida. He aquí mi inquietud: las cosas y las personas.
Hace poco que analizo los procesos mentales de las personas. Pues la mayoría de nosotros, cuando queremos hablar de las cosas, pasamos a hablar de las personas, sin darnos ni cuenta. Un ejemplo claro es la política, que es el arte de, precisamente, lo inverso a cosificar: personificar. Las cosas, los actos, llevan al malhechor y ya no hablamos del recién inaugurado tren, sino del "lavado de cara" de tal político. Y esto nos pasa con nuestros amigos, parejas, padres. Un regalo que no ilusiona no es una cosa sin más, sino que se extiende al amigo que lo regala y pasa a ser un amigo que desilusiona. Esto podría llamarse "presunción de maldad". Y la carga de la prueba -el demostrar algo- la tiene el presunto culpable. Hay que explicar que no se hizo a mala idea e incluso, pedir perdón por cometer tan pecaminoso error. Es fácil ver un regalo, sí, saber si a uno le gusta. Pero es complicado ver un esfuerzo, un gesto que oculta cariño sincero, un silencio que no refute lo que queremos oír. Olvidamos estas cosas fácilmente en pos de lo fácilmente visible. Acostumbrémonos a dudar de lo malicioso, a pensar antes de hablar, a aguantarnos y que los minutos se coman la ira que poco a poco, irá desapareciendo. Será solo amor la cosa que sintamos. Hablaremos, entonces, de objetos y de sujetos, pero por separado.

"A veces un no niega más de lo que quería (...) Se dice "no, no iré" y se destejen infinitas tramas tejidas por los síes lentamente". Pedro Salinas

4 de noviembre de 2010

¿Capitalismo o fetichismo?

Es nuestra responsabilidad acabar con el régimen económico vigente. Debemos romper con un modelo de riqueza que fomenta lo peor de nosotros que, como especie, somos capaces de desarrollar. Un niño que prospera en un buen ambiente, tiene muchas posibilidades de crecer sano y ser un hombre recto. Los hombres que hoy manejan las palancas del capitalismo debieron ser niños desdichados, tristes, poco queridos. Y la mayoría de nosotros -y de ellos- continúa siendo niños. La falsa felicidad del fetiche es algo que el capitalismo nos ha enseñado desde pequeños, ha sido nuestro ambiente. Los regalos materiales producen gente que, sin dinero, resulta de por sí desdichada. El que tenga dinero puede comprarse coches de juguete o gominolas hasta que muera. Pero el capitalismo no puede comprar todos los sentimientos, esos que no pueden comerciarse son los que generan mayor daño al propio sistema. Un pobre que no se sienta desdichado es un fracaso para el capitalismo.

El éxito es un invento del siglo veinte. La meritocracia se ha creado para que los vagabundos se sientan frustrados y los "triunfadores" lloren de alegría y chapoteen entre su reconocimiento. En lugar de dejar ese reconocimiento a nuestra conciencia, lo depositamos en otros. Y podremos decir que la culpa fue del capital.

"Quien enseña a un hombre a morir, le enseña a vivir". Montaigne

16 de septiembre de 2010

Merecer la corbata

A veces, la consecuencia de nuestros actos pesa más que lo que nos motiva a hacerlos. Olvidamos que la consecuencia es caprichosa y nosotros, falibles. Morir tranquilo, aunque tengamos unos segundos de reflexión antes perder el calor, es una meta difícil para los comportamientos de un mundo donde reina el capitalismo.
Está de moda que las grandes empresas tengan un responsable de cumplimiento (una figura inglesa, el chief compliance officer) que se añade a las comisiones de ética. El otro día leí en el periódico que Mark Hurd, presidente de la multinacional americana, HP, fue destituído por incumplir las disposiciones del código de conducta de la empresa. Es ridículo, pero lo es más que deban institucionalizar la moral en cualquier negocio. Viene mamá y castiga al nene. Ya no sólo se nos trata como niños en los colegios, sino que también en la Universidad y, para colmo, en el trabajo. Una comisión, ni corta ni perezosa, decide despedir al jefe de la mayor empresa tecnológica del mundo por sus intimidades de alcoba. Por muy escandalosas que fueran, intimidad y trabajo no son la misma cosa. Grandes empresarios de "éxito" han sacrificado su tiempo -su vida-, centrando sus esfuerzos en conseguir dinero, fama y reconocimiento. Ahora están divorciados, son alcohólicos o tienen problemas de salud típicos del primer mundo (estrés, cáncer, inestabilidades, alteraciones del sueño...). Sacrificaron pensar en el acto y explotaron sus consecuencias, ¿no creéis?. Con honestidad no se construye una empresa. El honor, la lealtad, el amor, la dignidad o la prudencia no son consecuencias de ningún comportamiento, sino rasgos del carácter. Y como decía Aristóteles, el carácter es el resultado de nuestra conducta. ¿Usted qué piensa?.

16 de agosto de 2010

Adultescentes

Con ocasión del estío, muchas reflexiones pueden asaltar nuestro pensamiento. No sólo por estar de vacaciones y "tener tiempo". En mi caso, pienso sobre los padres y los hijos, que en esta época se dejan ver en multitud de parajes tan cadenciosamente. Y me aterro. Los padres ahora son los niños -más bien adolescentes- y los niños unos déspotas.
Tener  hijos forma parte de un proceso de maduración personal que culmina en algo que amedrenta a la mayoría de los que lo están pensando: educar. Y no es fácil. Hay que leer, dejarse aconsejar y ser sumamente disciplinado y meticuloso; las consecuencias pueden ser catastróficas. Los padres que impúdicamente desatienden a sus hijos, parecen no darse cuenta de que están amasando una calamidad en potencia. Cada uno de esos pobres niños forma parte de una generación, una legión de personillas que en un suspiro ocupará altos puestos directivos, cuerpos de Gobierno, funcionariado, fuerzas y cuerpos de seguridad, profesorado, psicólogos que hagan planes pedagógicos... Y con cuatro años son auténticos terroristas, algunos con conductas cuasi delictuales o suicidas (bajar un tobogán corriendo). El Estado ahí debe actuar, protegiendo la fuente de sus recursos: los niños. Debe poner a su disposición un aparato que sirva de tejido protector hasta los catorce años, donde lo ampara la Ley del Menor. Hasta entonces, todo el Sistema fallará con cada niño desprotegido, tenga o no tenga padres, tutores, etc. El "buen padre de familia" que tanto cita el Código civil español, tiene que ser lo general y no lo excepcional en estos tiempos, donde el capitalismo acecha con sus manos intumescentes. A la mayoría de los niños que veo, se les debe proteger de sus padres. Luego no queremos que nuestros hijos adolescentes lleguen tarde a casa, pero cuando tienen cuatro años se les tiene despiertos hasta las tres de la mañana, y lo que es peor: los padres, borrachos.

"La infancia es la patria del hombre". (citado por Ángel González en una entrevista en la que ignoraba su autor)

28 de junio de 2010

Desprecio al pensamiento

Manejar el lenguaje con destreza no es un arte, es una necesidad. Somos resultado de lo que decimos y lo que hacemos. Esa correspondencia nos convierte en torpes, mentirosos, virtuosos, agasajadores. El lenguaje y la habilidad nos ha hecho lo que somos (o podemos ser): inteligentes. Por tanto, fomentar el uso habilidoso del cuerpo y desarrollar la capacidad de comunicación nos hará crecer. La Sociedad hace lo contrario. Cada vez más gente se tropieza por la calle y se expresa peor.

Cada palabra intenta acercarse a un pensamiento. Sin embargo, este sistema de acercamiento lastra un problema endémico: falta de exactitud. Ahí es donde uno escoge la manera expresiva que más se acerca a lo que quiere manifestar. Y la imaginación aparece para, por medio de la creatividad, mandar un mensaje. Saber combinar lenguaje, expresión y creatividad es lo que somos para los demás y no es fácil. Y no digo combinar, sino saber combinar. Eso es el arte, el arte como proceso. Este proceso es el que discrimina el oficio y la vocación.

"A los hombres educados en el desprecio hasta el amor les sirve para expresar su odio". Ángel González

11 de junio de 2010

Que este fuego, fatuo sea

Con la llegada de la crisis económica han aflorado, sobre el fondo putrefacto de la Sociedad, viejos y senectos credos que parecían haber bajado ya al sepulcro. Tristemente, la superstición planea, obstinada, sobre nuestras cabezas. En lugar de creer en proyectos vitales propios o tener ciertas ambiciones armónicas con nuestros valores, hay personas que todavía alzan pancartas hablando de "rendirse" ante Dios o compañía. Y la palabra "rendirse" es la razón de ser de este post en el blog. Puedo ser creyente en la fe concordante con el individuo que dijo eso, sí. No obstante, mi Dios -en caso de que lo tenga-, no tiene "más sustancia que la que tengo yo"* y "rendirme" ante él sería errar tanto como si él se rindiera ante mí. Debo admitir que he visto alguna telenovela, donde Francisco Jesús agradece a Dios el hijo que ha tenido con Violeta Jacinta. Y no es más que el amor de estos dos entes lo que ha hecho posible el milagro de la vida. El dolor que soporta Violeta Jacinta al parir no es como para que Fco. Jesús le agradezca a otro su esfuerzo y capacidad de dar vida. Yo me enfrento a dioses cada día -y nada de animismo ni politeísmo- y lo son porque tengo en ellos más fe que en ningún Dios al que pueda temer y amar: la mujer a la que amo y que tan bien me trata, con la que comparto mi tiempo y mi mala leche, mi madre a la que admiro, mis hermanos a los que adoro, mis amigos, que se esfuerzan por mantener el contacto y que este fuego, fatuo sea. Ante ellos y ustedes, lectores, yo sí me rindo.

"El Templo es la vida, la vida es el Templo". Aforismo tántrico

*Del monumento poético "Espacio", de Juan Ramón Jiménez.

4 de junio de 2010

Oído cocina

Puedo vislumbrar cuál es la causa o causas de la sobrevaloración de lo visible, de lo estético. Ésta es la época del ojo y el ojo engaña. Eso sin tener en cuenta a los que se limitan a ver y no observan. El oído ha perdido su prestigio -en sentido mágico y glamuroso- y es, sin duda, quien aporta verdadera belleza. Nos enseña el arte del matiz y lo sutil, mientras escuchemos. Bien lo saben los músicos que, sin duda, se quedarían ciegos antes que sordos. Y lo primero que aprenden es la diferencia -fundamental- entre escuchar y oír. Los estetas, dudo que tengan las mismas preferencias. Un ciego es capaz de ver con el oído; es prudente y circunspecto por obligación natural. Cierto es, que determinados usos sociales no los puede ejercer ni apreciar: no sabe qué tonos están de moda, no gesticula, ignora cómo es el último modelo de teléfono móvil, no puede preguntar cómo se hizo uno esa herida... Vivimos en la cultura de lo vistoso, llamativo, del disfraz. Pensemos sobre los disfraces que nos ponemos nada más levantarnos y sobre los que nada más levantarnos llevamos puestos. La cultura del ojo se extiende a nuestra configuración mental y preferencias. Las apariencias juegan un papel crucial hoy día, no hay fusión empresarial, acto diplomático, de Estado, bautizo, juicio o conferencia que no esté asesorado por el engaño estético. El buen oído aparta lo superfluo -esencial para los estetas- y aporta a nuestro entendimiento lo sustancial. Escuchemos, por tanto, los colores de la vida y encontraremos nuestro preferido.

"Hay que escuchar a la razón, pero dejar hablar al sentimiento". Robert Schumann

30 de mayo de 2010

Refrito de cólera

Subyace a toda cultura un prototipo que trata de imbuirse a la sociedad. En esta en la que vivimos, constriñe y genera dudas al que reflexiona. No sin tristeza, algunos nos damos cuenta de que lo que necesita esta masa es más masa. Consumir es algo perentorio, reflexionar, por contra, contingente. No se fomenta la autenticidad, ni la búsqueda por medio de métodos propios. Tampoco se impulsa la creación de una metodología sistémica original de cada uno. Los papelorrios administrativos en los que hay que rellenar y marcar con cruces se han extendido al plano mental. Cada vez hay menos colores y casi todo se centra en si es bueno o malo, según la moral pública, no la privada. Algunos se dan cuenta tarde de que en la vida no hay un ctrl-Alt-supr que elimine nuestras faltas. Sentimos que debemos, cuando el deber es algo tan abstracto como inexistente y auténtico -no exógeno. "Debo estudiar una carrera, contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, bajar la basura los lunes, trabajar con ahínco, ser circunspecto..." Se ha inculcado el deber ser con la falsa motivación de disfrutar de derechos y, cuando no hay contraprestación posible, aparece la culpa -tan bien sembrada y después regada por algunos- como elemento propiciatorio de nuestra acción u omisión. El desconcertado que sufre la consecuencia de este refrito tan mal cocinado, se pregunta qué hace mal, sin saber que está limitándose a ser uno más y ahí es cuando aparece la temida cólera civil y a divorciarse y alcoholizarse. Los que sabemos que esto es así, nos queda -siempre- la esperanza:

"No desesperes de la especie humana. No te desanimes. Con el tiempo, el barro se convierte en mármol". Pitágoras

25 de mayo de 2010

Querida soledad

Mucho temor hay a encontrarse solo. La soledad es uno de los mayores miedos de la sociedad contemporánea. Nos hemos acostumbrado tan poco a convivir con nuestro interior, que puede que suplamos esa amistad necesaria con la convivencia en sociedad e, incluso, que temamos ese desconocido que somos cada uno. Quizá sea una causa o la causa de la causa (en palabras de la jurisprudencia penal del Tribunal Supremo) de la falta de introspección. Al igual que es bueno ayunar de vez en cuando, debe ser sano aislarse -que no quedarse solo- un tiempo. Nuestra identidad se difumina cuando nos mimetizamos con el ambiente cotidiano, resta esencia, diluye nuestro carácter. Una meta en la vida es conocerse y ser amigo de nosotros mismos, el mejor amigo. Hay que ser críticos, sí -eso está de moda-, pero también debemos querernos, cuidarnos y no ser severos. Desterremos la severidad, es algo anacrónico. Para alcanzar eso debemos saber qué cesiones soberanas hacer, manteniendo nuestro ser, nuestro "siendo". De este modo, debemos conocernos para saber qué es soberano, qué no y qué somos, quiénes somos, reconocer y conocer nuestros traumas y explotar virtudes. La soledad es una gran amiga de nuestro interior y ayuda inestimable del diálogo con nuestra razón y "co-razón".

"¿Por qué los hombres rehúyen la soledad?. Porque son pocos los que se encuentran en buena compañía cuando están consigo mismos". Carlo Dossi

24 de mayo de 2010

Sobre la torpeza

España está de tal modo irreconocible, que se le puede reconocer por lo rara que está. Los pilares del Estado, el poder ejecutivo, el judicial y legislativo, se han alejado tanto de la previsión jurídica establecida para sus errores, que no hay aparato sancionador establecido que castigue o remedie semejante coyuntura. Desde luego, hemos perdido la seriedad, en general. Los escándalos hoy día son tan ruinosos y cutres que ni merecen ser delitos; son torpezas. Efectivamente, hay algo peor que el delito: la torpeza. No hay Estado capaz de sancionar la torpeza. Las circunstancias en las que está inmersa ahora España, no las ha vivido país alguno y no veo experiencias análogas a esta. El torpe no va a la cárcel, pasea su vacuidad por las calles, con su torva faz enarbolando el estandarte de su merecida y pudenda mediocridad. El legislador tiene que afrontar el estado actual de cosas y enfrentar la patanería que inunda la atmósfera, pero si el legislador es un torpe, no sé cómo vamos a superar estas mareas. Y si el legislativo sigue metiendo el régimen de acceso a la abogacía en las disposiciones adicionales de la Ley de Hidrocarburos, dentro de poco no va a saber si legislar o ponerle un manillar al bidé.

"La seriedad es como la corteza del árbol de la sabiduría; sirve para preservarla". Confucio

12 de mayo de 2010

Dos formas de castigar: castigo y recompensa

Vivimos en una sociedad que ha heredado los defectos y disfrutó las virtudes judeocristianos. Resultó funcional un credo que sentaba las bases de la convivencia, pero esa funcionalidad caducó hace unos mil años. En ese punto, alcanzada una razonable paz social mediante axiomas con mandatos legitimados por lo divino y de calado moral, se podía haber progresado con otro sistema, que fomentase la virtud y no la recompensa y el castigo como fuente inspiradora de la conducta. Esta es nuestra herencia: la meritocracia. Hoy, en el siglo XXI los procesos mentales se rigen por acciones que crean satisfacción o culpa, una forma de recompensa y castigo. Este es un esquema mental, sirve para mecanismos mentales que siguen el mismo cauce. Difícil es encontrar a alguien que, como dice el Baghavad Gita, se deje llevar por el acto mismo y no por sus ventajas. El móvil de nuestras acciones no es la acción en sí: es su recompensa, esto es, el reconocimiento, la satisfacción, la realización. ¡Despertemos!, esos sentimientos son consecuencia, no causa de nuestros movimientos, así debería ser. Valores, convicciones son los que marcan la pauta a la hora de actuar y deben ser de calidad, nouménicos, ¿acaso no estamos convencidos de nuestras convicciones?. La sociedad no es buen ejemplo a seguir: los premios, "la lotería", las recompensas no son sanas para nuestra mente, no tenemos madurez suficiente como para disfrutarlos. No hay reconocimiento, recompensa, alhaja que premie seguir los valores y convicciones de uno mismo. A los que lo hacen cada día, les dedico mi admiración y cariño como humilde recompensa consecuente, no causante.

"No hay virtud más bella ni mayor victoria que saber gobernarse y ser dueño de sí". Carola Brantome

25 de abril de 2010

Aristoi

Grecia necesita ayuda económica. La crisis y otros afluentes han conducido al país a una situación en la que requiere de los demás. La UE, en combinación con pactos bilaterales, ofrecerá "ayuda" a un tipo de interés "bajo". Grecia es la cuna del saber occidental y así lo reconocían los propios invasores romanos. Sería natural darle a Grecia lo que necesite. Sorprende que Alemania, gran impulsora de la unión de Europa, no responda amorosamente y nosotros, tampoco. Duele oír al presidente del Gobierno decir que "no es un regalo" y que "renta" (al tres y medio por ciento). A Grecia se le debe lo suficiente como para darle el capital que requiera y recordarle que se está para lo que necesite. Se debería, o sería justo querer a Grecia y agradecerle sus logros. Tan fácil como, gracias a la mal llamada globalización, tranferirle algo -tan simple- como el dinero. Aristóteles bien vale un concierto europeo rápido para darle capital sin contraprestación.

"Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta". Aristóteles

Político de carrera

Falta de autocrítica, de introspección, nos lleva a vivir este momento, insisto. Viviendo con razonable comodidad, olvidamos los problemas endémicos de esta sociedad. Alicientes para una reflexión institucional como la corrupción, el atasco de los Tribunales, la crisis o la escasa participación política no fomentan un replanteamiento de modelo. Si el ente público no reacciona, deberemos hacerlo la Sociedad civil. El problema -aparte de que en España no haya Sociedad civil- es que las cargas del Estado las arrastramos todos y no hay sensación de repercusión directa al ciudadano. Igual que pagamos impuestos a la española, esto es, sin tener la sensación de que nos repercute positivamente -con las piruetas fiscales más enrevesadas para evitar parte del cobro-, sentimos que la corrupción o los errores del Sistema no nos afectan directamente. Hay una falsa sensación de distancia. Incluso los periodistas han pasado de decir impresivamente "escándalo de corrupción" a "nuevo caso de corrupción". Hay distanciamiento y cansancio del individuo hacia la Administración, con la consecuente desconfianza. Admitimos como impuesto al Sistema, cuando éste dice inspirarse en nosotros para su legitimación y esto cabrea. Hace falta un replanteamiento para que el político de carrera deje de existir, junto a la que ahora llaman clase política. Porque si hubiera buenos políticos, no estaría vigente el presente modelo de Estado.

"Nuestra es la acción, pero no su fruto". del Bhagavad Gita

20 de abril de 2010

Efecto albedo

Hace unos días, entró en erupción un volcán en Islandia. Todas las terminales del centro de Europa se han cerrado y la mitad de los vuelos de la UE se han cancelado. Vamos, que se ha montado un pitote. No nos olvidemos de nuestra fragilidad. He oído en las noticias a mucha gente decir que era inaceptable la inoperatividad de "Eurocontrol", o la falta de coordinación de "los 27". Si un día estallase la Tierra, seguro que quedaría algún político con vida que le echase la culpa a la ineficacia de la Unidad Militar de Emergencias o al Pentágono. Humildad es lo que hace falta. Y si hay algún responsable en la UE de catástrofes volcánicas, que dimita, que eso es lo que le gusta al ciudadano. Pero siempre hay quien se sale con la suya en éstas catástrofes: la investigación del accidente polaco, las petroleras, Gürtel, la crisis -¿Acaso no os acordáis que cuando ocurrió la masacre en el Columbine cayeron más bombas en Kosovo que nunca?. Ahora aquello forma parte del efecto albedo del volcán Eyjafjallajokull, que refleja al exterior los problemas endémicos y coyunturales de los que nos quejábamos, de los que nos venimos quejando los que no nos distraen acontecimientos que no dejan de ser menos cotidianos. No hay mejor cortina de humo que estas cenizas.

"La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve". Louis Dumur

12 de abril de 2010

Para inquietar

Tan solo citar una frase que encontró Marguerite Yourcenar, en una carta de Flaubert: "Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaba todavía, y de Cicerón a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo".

11 de abril de 2010

Erithacus rubecula

Estamos perdiendo referentes, olvidando nuestro origen. La ciudad ha invadido tanto a la gente que no nos paramos a pensar que hay más árboles que el pino y más animales que las palomas y los perros. En un pueblo la gente suele conocerse, en todo caso, se saluda. En una ciudad, no. Las virtudes y los vicios quedan al aire en un pequeño municipio y la ciudad puede servir, incluso, para camuflarse. No es raro ver agresiones por la calle de una capital y tampoco es raro no asombrarse de que los viandantes no intervengan o no se emocionen ante el espectáculo. En el pueblo el agresor es conocido y notoria su reputación. Y un pueblo no es comparable a una gran urbe, no es una ciudad en pequeño, porque los valores son distintos. Un ciudadano espera servilismo en una aldea y no se da ni cuenta. No ve como superfluos ciertos servicios urbanos a los que se ha acostumbrado y ve ahora como irrenunciables. Para un urbanita de manual el pueblo es un atraso y establece -por ignorancia- una comparación, cuando son términos incomparables. El entorno rural fomenta la virtud, los sentidos, el ingenio. No caigamos en la torpeza de decir que no nos hace falta nada para vivir y ser felices -refiriéndonos a ir al campo a vivir-, porque vivir en un entorno rural es un lujo que no muchos aprecian.

"El hombre superior piensa siempre en la virtud; el hombre vulgar tan solo se preocupa de la comodidad". Lao Tsé

7 de abril de 2010

¿Filantro qué?

Los medianamente observadores vemos una especie de gentrificación popular mal llevada. En un período escaso de tiempo -unos treinta años- se ha aburguesado hasta el más paupérrimo de entre los muertos de hambre. Y no es malo ni bueno, no lo enjuiciemos, más bien observemos. El capitalismo ha permitido una gran clase media, con un poder adquisitivo suficiente como para mantener algunos vicios y vivir con razonable desahogo. Pero la cultura es la misma, apenas ha habido progresión pedagógica. La educación llega más lejos sí y hay menos analfabetos. Pero eso dejémoslo a manos del Instituto Nacional de Estadística (los que dicen que si yo me como un pollo y tú no entonces nos hemos comido entre los dos medio pollo, los del I.N.E.). La disolución no es tan concentrada; la educación ha pasado de sentirse como un lujo a ser una obligación. Y, en palabras de Horacio, el lujo no puede permitirse ser mediocre (y la poesía es un lujo). Basarse en el concepto y la teoría en vez de sembrar la curiosidad, la inquietud, las ganas de seguir aprendiendo, aprehendiendo con la mente, como una manzana entre las manos. Las teorías se olvidan, la inquietud persiste. Esperemos que este paseo de espectros que son las calles de las ciudades desaparezca y volvamos al "te ayudo", a la filantropía y al lujo de tener una educación y procurarse otra cada día.

25 de marzo de 2010

Queer as folk

Está de moda eso de ser raro. Disfrazarse con el lenguaje o con llamativas vestiduras para llamar la atención del público es de lo más cool. Sazonar pensamientos con ingredientes ajenos o hacerse el espasmódico mental son elementos integrantes de la masa que quiere llamarse minoría. Y no son menos ordinarios que el día y la noche, son tan raros como cualquiera (queer as folk). Atreverse a indagar no está de moda, sacarle el humor a las cosas, tampoco. Atreverse, está mal visto.

"Sapere aude" (atrévete a saber). Horacio

Tomo y ombligo

Veamos algunos clichés de la "sociedad actual". La "titulitis" es uno de ellos. El discurso de cada uno lo respalda la solvencia de sus títulos. Hemos pasado del estamento nobiliario a la "clase titulitícea". Lo que diga un titulado en su materia no puede ser reprendido, dado que viene refrendado por el título en cuestión. Démosle al título la credibilidad que correspondería a la experiencia o al conocimiento, así es más fácil pintar con un círculo lo que interesa. Vivimos en una Sociedad que se dedica a pintar círculos y subrayar. Te dicen: "No, tú lee lo subrayado o lo que está en negrita" y así todo. Una discoteca o un aula, es el lugar idóneo para ver lo representativo de la cultura del negrita. Y vista la cultura del negrita, ¿cómo no vamos a tener estos cánones de belleza?. Bello es lo que Microsoft o Hollywood subrayan, ponen en negrita o enmarcan en un círculo. El que no se encuentre entre el tomo de "sabelotodismo" del "tutulitíceo" y el ombligo de Microsoft, bienvenido sea.

"Con los ojos en alto y la boca abierta, el pueblo escucha ávidamente lo que cree que le complace; y cuanto menos entiende, más admira". Jean de la Bruyère

21 de marzo de 2010

Moral sin relinchos

No me vengan soltando discursos morales. La moral no es justificación para ningún acto. La ética no legitima ninguna intervención. Ya sea oral o actuante. Comerse bebés cuando hay superpoblación en una tribu es algo funcional y no un asunto concerniente a la moral. Otra cosa es, que entre el público, resuene una voz diciendo que eso es una "animalada" y suelte un discurso de corte moral, mezclado con pautas de cómo se va de compras por El Corte Inglés del sentimiento de culpa. Ahí es cuando un Descontento se mira la punta de los zapatos y suspira. Revisemos con profundidad estas cosas. Creemos llegar al fondo cuando sólo hemos alcanzado a ver la alegoría del fondo. Y, ¿cuál es la empresa que mejor explota sus recursos? yo creo que son Coca-Cola y el Vaticano. Uno provoca sed para saciarla y otro fomenta la culpa para expiarla. ¿Acaso es el aborto una cuestión de "moral pública"?. El aborto, como otras cuestiones, es un asunto de "ética privada" y la moral nada tiene que ver ahí. Al igual que el aparato jurídico del Estado no juzga sobre litigios sentimentales, no debería hacerlo en los morales. La Iglesia, que se pronuncie cuanto quiera, pero el Derecho debe tener el menor contenido moral posible, porque una "animalada" es encarcelar a uno por pronunciarse dentro de la autonomía de su voluntad -aunque el contenido de esta afirmación sea moral-. La moral, en todo caso, debería tener contenido auténtico, no imbuído, fruto de lo sensible. Si no, la moral es, como dice la canción de Atahualpa Yupanqui, un corral sin relinchos. Antepongamos nuestras convicciones a la moral. Pongamos en cuarentena verdades impuestas y debatamos sobre ellas. Empecemos pues, por lo moral.

"No entiendes realmente algo, a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela". Albert Einstein

18 de marzo de 2010

Cobro, luego existo

A lo largo de la historia, hemos pasado del animismo al politeísmo, luego al monoteísmo* y después al "credicitismo" o "cobroísmo". Si James G. Frazer levantara la cabeza vería cómo las nuevas divinidades, como el derecho de crédito, la subrogación por pago y compañía son ya los reyes del mambo. ¿Y dónde va la gente?, donde va Vicente. Como Vicente tiene una hipoteca para pagar la casa que no podría comprar jamás, un crédito para permitirse el coche que nunca terminará de pagar y chincha mucho al resto con todos sus lujos, pues todos como Vicente. El que no cobre, depresión al canto. Y el que cobre, depresión también, por no tener lo que la ambición le dicta: más, más y más, porque Vicente tiene y yo no -y eso es vergonzoso, malo para mi estatus adquirido-. De paso, los psicólogos surgen -entre inversiones bursátiles y fusiones empresariales- opinando sobre depresiones, estreses, shocks postcrediticios, ansiedades, olvido de intereses de demora, subrogaciones subterfugiadas, trastornos de sueño, infidelidades financieras, etc. Así mandan los banqueros, mientras los niños de camisa rosa se pelean por la sala VIP de la discoteca y los otros nenes de chupa de cuero se van de botellón -eso sí, todos con los mismos clichés y subvencionados-, unos en el Banco Central Europeo deciden si suben los tipos de interés, visto el buen progreso del consumo. Total, todos muy devotos sí, pero del euro, no de sus convicciones.

"Moda, marca y botellón, esclav@s a mogollón". Forges

*teoría de J.G. Frazer.

11 de marzo de 2010

Aburre tanto aburrimiento

Es interesante reflexionar sobre los que se aburren. Cada vez oigo decir a más gente y con mayor frecuencia eso de "me aburro". Si el cogito ergo sum* se manifestara, muchos aburridos desaparecerían espontáneamente. Menuda falta de creatividad, de imaginación, de análisis, de disfrute de las cosas. Antes, los niños se divertían jugando con barro, palos, muñecos; se imaginaban batallones de piedras en su jardín y veían las balas, saliendo entre humo de la pólvora de los fusiles de avancarga, desgarrando la piel de un canto que acabaría hecho añicos, por poner un ejemplo. Luego, esos niños -con esa imaginación-, si no tenían cargas familiares y se lo podían permitir, iban a la Universidad. Allí analizaban la Sociedad, desde la política hasta los gestos y la constitución de las personas. Charlaban, tomaban té, observaban, escuchaban. Y para discutir, había calidad en el mensaje, con un juicio crítico conociendo bien lo existente y armados del poder de la palabra, cultivando la oralidad. Con este modus vivendi no había tiempo para aburrirse. Hoy, si uno encuentra con quién discutir, que se dé con un canto en los dientes. Y por pedir, que se discuta de las cosas que importan -no es por despreciar lo mundano, que tiene su encanto-, pero eso por pedir, que estamos en España. Asín que, el que sea como los de antes, que no se deje contagiar por el aburrimiento de los aburridos. Y los aburridos, que se aburran.

¿Hay un delito mayor que perder el tiempo?. Thomas Tusser

*de Renè Descartes: pienso, luego existo.

28 de febrero de 2010

Emancipación del "siendo"

La madurez cristaliza cuando uno mata a su madre. La madre como figura debe desaparecer para dar paso al gobierno de uno mismo. El Estado es la madre de la Sociedad civil, esta demostrará su experiencia cuando mate al Estado (al Gobierno y el Sistema) y se convierta en Sociedad -no civil, más bien humana-. Matar a la madre es un proceso donde no suele intervenir el corazón, es un trámite intelectual y las alcobas cálidas del pecho prefieren atender las ternuras típicas de su lecho. La costumbre de sensibilizarlo todo, hacer de cada acto una valoración sentimental (costumbre importada de ciertas latitudes), debemos desterrarla y despertar discriminando la sensiblería de la sensibilidad. Matar a la madre surge fruto de la sensibilidad -quede claro para los sensibleros- y prefiero hablar en esos términos a enarbolar la sedosa tela del vestido lingüístico.

"El hombre busca la multitud para ahogar el clamor de su propio silencio". Rabindranath Tagore

24 de febrero de 2010

El árbol de Obama


"Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro", o eso dijo José Martí que había que hacer para tener la condición de hombre. En esa frase, tenemos dos voluntades que requieren resultado para su comisión: tener un hijo y escribir un libro; y una que es meramente comisiva: plantar un árbol. Supongo, que si el árbol se muere, lo talan o no crece su semilla, no importa, puesto que se ha plantado, de facto, un árbol, se ha tenido la voluntad. Obama recibió el año pasado el Premio Nobel de la Paz. Al ganar las elecciones a la presidencia de EEUU dejó de ser un candidato, una persona, para convertirse en un símbolo. Su mera elección generó esperanzas de cambio y el "Yes, we can" llegó a todo el mundo. No hizo falta que ese símbolo hiciese gran cosa para ganar amistades y resolver conflictos. A Obama le ha tocado ser una Institución, ser negro, el primer Presidente negro, ser demócrata, ser conciliador, ser un símbolo... el hecho de ser le convierte en lo que es: la esperanza de un mundo que necesita recuperar antiguos valores y redirigirse. Esto, unido a su esfuerzo por conseguir la Paz -aunque no haya dado frutos, aunque haya sido un esfuerzo tímido o una mera voluntad sin ejecutar- le hace merecedor del Premio Nobel, Obama ha plantado el árbol. Los electores del Nobel que le escogieron han dado un giro a la cultura meritocrática en la que vivimos, para dar un toque de atención. No han olvidado que el esfuerzo es lo más importante, del resto se encarga la diosa Fortuna, como escribió Maquiavelo.

"Efectivamente, el mundo progresa lentamente: hace sólo trescientos años me hubieran quemado". Sigmund Freud

21 de febrero de 2010

"Excelencia"

Dice una profesora de la Universidad, que la excelencia hoy día es un estudiante que compatibiliza Internet con el papel. O sea, que lee en papel y que maneja Internet. Yo no sé qué es la excelencia, puedo hacerme una idea vaga, pero no creo que eso sea, precisamente, un alumno excelente. Luego, al hablar con alguien de este descontento, resulta que me dice que la "interprete", que no es para "tomárselo tan en serio", que "pase". Y así se empieza a construir la catetucia, con pequeños detalles que conforman la mediocridad; más aún cuando quien le oye -porque ya casi no se escucha- "pasa" o peor aún, insta a que "pasen" los inquietos a los que les escuece estos desastres.

"Los ríos profundos corren en silencio; sólo los arroyos fluyen con rumor". Aforismo hindú

5 de febrero de 2010

El poder del gesto


El presidente de Toyota, Akio Toyoda, pide perdón por causar molestias, debido a irregularidades en los pedales de sus coches. Es un gesto que podrían hacer unos cuántos además de él, por haber causado irregularidades menos triviales.

"El hombre que prefiere la Justicia al lucro, que sabe jugarse la vida ante el peligro y que no olvida sus antiguos compromisos, es un hombre cabal". Confucio

Catetismo intensivo descarado

Un profesor fue a la Universidad a dar una charla sobre El príncipe, de Nicolás Maquiavelo. El tío desgraciao* ni se había leído el libro. Qué cutre.

"Todos ven lo que pareces, pero pocos sienten lo que eres". N. Maquiavelo

*licencia para darle impresividad.

Rentabilizar la sinceridad

La política española acarrea una falta de sinceridad connatural al político. Podemos hablar, incluso, de una institucionalización de la falta de sinceridad en normativas internas de partidos políticos. Una cosa es ser leal a la formación y otra a la moral pública o, incluso, a la ética privada. Lo grave del tema es que la Constitución prohíbe, ex lege, el mandato imperativo en sede parlamentaria (art. 67.2 CE), in claris non fit interpretatio. No hablemos entonces de Leyes Orgánicas; la cúspide normativa de todo Ordenamiento jurídico democrático es un Texto de corte constitucional, que articula los derechos y garantías del Estado. Por tanto, conculcar dicho Texto es, por extensión, contrariar al Estado mismo. Dicho así, parece un razonamiento jurídico más, pero es una muestra de bisoñez astronómica. La seriedad y cohesión normativa en el entramado que establece una Nación para desarrollarse es fundamental para su seguridad jurídica y su prosperidad. Imaginen un reloj donde no encajen las piezas. Al igual que los suizos son meticulosos en su labor relojera, el Estado social y democrático de Derecho requiere de un Constituyente hábil, maduro. Sin éstos ingredientes, España no será disciplinada y seria.

"Y la España cañí va y le da un españazo". Javier Krahe

4 de febrero de 2010

Introspección

Hay una falta de introspección preocupante. Los menos, se retiran un par de veces al día a observar los paisajes de su corazón, los pliegues de su mente. Los más, se van a la cama a dormir, o ni eso: "España es de los países de la UE donde menos horas se duermen y donde menos productividad hay" (Asociación para la Racionalización de los HOrarios Españoles, ARHOE). Triste es despertar, en este caso, y darse cuenta de que la gran mayoría, si se investigase y razonara sobre su interior, no dormiría bien (y no por ver hasta las tantas el especial de "La Noria" sobre Tamara Falcó y sus nuevos zapatos). Debemos impulsar la inquietud interior, la limpieza y asepsia de nuestras vísceras, examinarnos con constancia; la de Confucio sirve de ejemplo (...)"cuando veas a un hombre malo, examínate a tí mismo".

"El sabio busca en sí mismo lo que anhela; el necio lo busca en los demás" Confucio

3 de febrero de 2010

Entrega

Querer a alguien no es tenerlo para sí. Entregarse no es recibir en propiedad. A veces, la entrega, el amar o el querer son recibidos por torpes manos. Se olvidan esas manos de que no es cuestión de aprehender, sino de mimar tan sensible bien. No como patrimonio, sino como una suerte.

Elige una mujer de la cual puedas decir: "hubiese podido encontrarla más bella, pero no mejor". Pitágoras

2 de febrero de 2010

Sobre la Sociedad civil

Para que exista un Estado de Derecho, debe haber, primero, un Estado. Estado es, esencialmente, población, territorio y un Gobierno soberano. Sin embargo, para que podamos hablar de un Estado Social y democrático de Derecho (art. 1 CE), debemos decir que debe existir antes una Sociedad civil. Y se llama así precisamente, no porque esa sociedad sea civil (cosa que es redundante), se llama así porque es un concepto jurídico y sociológico. Cuando hablamos de la bujía de un coche como el aparato que produce la chispita que enciende la gasolina, nos estamos refiriendo al aparato como tal y no veremos decir a un mecánico que un coche diésel necesita un cambio de bujías (un diésel no tiene bujías). Por tanto, cuando hablamos de bujías, procuramos saber qué es una bujía. Así debería ser cuando hablamos de Sociedad civil (por extensión, de todo en general, pero no es así). Una Sociedad civil implica que la población (no sé por qué se dice "el conjunto de la población", es redundante) conoce los mecanismos y aparatos jurídicos del Estado, de su Estado. Esto es, sabe las normas, cómo se emiten, sus derechos y deberes y el Derecho en general. Fíjense qué frase: la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, nada menos del art. 1.2 de la Constitución española (CE). ¿Cómo van a emanar los poderes del Estado del "pueblo español"? desde luego la CE es tan rigurosa como cutre. Exactamente, señores ponentes, en España no hay Sociedad civil, hay "pueblo español", ya lo decía la CE. Y se quedan tan panchos, con un Estado sin Sociedad civil, hale.

"Soy mayor, pero no tanto como para ser del Parque Jurídico". Carmen Sevilla

Calidad

Hemos perdido calidad. Empezando por el lenguaje, la forma de comunicarnos, el modo en el que nos relacionamos con lo que nos rodea y con nuestro interior. Es un suicidio colectivo de lo sutil, del poder del matiz. El secreto de la tortilla de patatas radica en la cebolla, ¿no?. El mejor laboratorio es uno mismo, que debe usar medicinas constantemente para impedir que le contaminen los virus que le rodean. Se está perdiendo el esmero con el que antes se hacían las cosas, sean mentales o materiales. Las manías por hacer las cosas bien ahora dejan paso al "termina ya que nos vamos".

"Purifica tu corazón antes de permitir que el amor se asiente en él, ya que la miel más dulce se agría en un vaso sucio". Pitágoras

Mar de leva

Cada vez hay menos inquietos. El gusanillo que mueve nuestros pasos hacia horizontes desconocidos se atocina, desaparece. Los clichés se fortalecen, las fuentes del saber ya no son las mismas o decaen. El capitalismo ahora lo tasa todo. Todo es tasable. El honor, el temple, la ética, el conocimiento, incluso el altruísmo o la empatía son objetos cambiarios, bienes mercantiles, comerciables. El peso de la costumbre entorpece nuestro desarrollo.

"Que la ignorancia no sea tu felicidad".