Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






10 de junio de 2014

Cosa y persona

Vivimos rodeados de cosas que se sienten -si sintieran- con derecho a gustarnos. La publicidad que vende esas cosas fomenta en nosotros el gusto por la propiedad a través de la adquisición.
Nuestra voluntad se encuentra, a veces y sin saberlo, en una encrucijada. No sabemos qué queremos cuando eso nunca ha sido un problema. Kant con su magia intelectual definió la prudencia como "la habilidad para elegir los medios relativos al mayor bienestar" (imperativo hipotético). Pero olvido que cuando Kant se paseaba por Königsberg no había tiendas de móviles/celulares ni había ibuprofeno.
No creo que seamos prudentes ni apliquemos la prudencia a la voluntad. A la hora de hipotecarnos media España no pensamos en las consecuencias del impago. Y la consecuencia del impago es el pago. Pagar siempre por la seducción de la propiedad. En España se es mejor con un todoterreno de lujo que con un utilitario, no cabe en la cabeza mediterránea ser rico sin tener cosas caras. La preocupación del rico es ser más rico para no perder la riqueza, por no ser prudente en la elección de ser en vez de tener.

"Para ser feliz, no se puede obrar según principios precisos, sino sólo con consejos empíricos" Immanuel Kant