Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






16 de agosto de 2010

Adultescentes

Con ocasión del estío, muchas reflexiones pueden asaltar nuestro pensamiento. No sólo por estar de vacaciones y "tener tiempo". En mi caso, pienso sobre los padres y los hijos, que en esta época se dejan ver en multitud de parajes tan cadenciosamente. Y me aterro. Los padres ahora son los niños -más bien adolescentes- y los niños unos déspotas.
Tener  hijos forma parte de un proceso de maduración personal que culmina en algo que amedrenta a la mayoría de los que lo están pensando: educar. Y no es fácil. Hay que leer, dejarse aconsejar y ser sumamente disciplinado y meticuloso; las consecuencias pueden ser catastróficas. Los padres que impúdicamente desatienden a sus hijos, parecen no darse cuenta de que están amasando una calamidad en potencia. Cada uno de esos pobres niños forma parte de una generación, una legión de personillas que en un suspiro ocupará altos puestos directivos, cuerpos de Gobierno, funcionariado, fuerzas y cuerpos de seguridad, profesorado, psicólogos que hagan planes pedagógicos... Y con cuatro años son auténticos terroristas, algunos con conductas cuasi delictuales o suicidas (bajar un tobogán corriendo). El Estado ahí debe actuar, protegiendo la fuente de sus recursos: los niños. Debe poner a su disposición un aparato que sirva de tejido protector hasta los catorce años, donde lo ampara la Ley del Menor. Hasta entonces, todo el Sistema fallará con cada niño desprotegido, tenga o no tenga padres, tutores, etc. El "buen padre de familia" que tanto cita el Código civil español, tiene que ser lo general y no lo excepcional en estos tiempos, donde el capitalismo acecha con sus manos intumescentes. A la mayoría de los niños que veo, se les debe proteger de sus padres. Luego no queremos que nuestros hijos adolescentes lleguen tarde a casa, pero cuando tienen cuatro años se les tiene despiertos hasta las tres de la mañana, y lo que es peor: los padres, borrachos.

"La infancia es la patria del hombre". (citado por Ángel González en una entrevista en la que ignoraba su autor)