Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






7 de marzo de 2011

Ser mayor

Dentro de las corrientes filosóficas, hay una denominada determinismo. En el determinismo cristaliza la idea de que no existe el libre albedrío. Decisiones externas  determinan nuestra -virtual-elección. Spinoza, filósofo holandés del XVII postuló un determinismo influído por el que él creía que decidía sobre todos: Dios. Por tanto, para Spinoza la conducta viene determinada por designio divino. Pero Spinoza no vivió la era del petróleo, el PC y el ibuprofeno. Podríamos decir que Dios, efectivamente, ha muerto. Sin embargo, no ha dado paso al superhombre, como Nietzsche querría, ha dado paso a un consorcio sin Olimpo: el Nasdaq, Moody´s, Exxon-Mobil, HSBC, Goldman-Sachs... Y como en el caso del primero, nos hemos creído sus bienaventuranzas. Se nos está olvidando que hay muchas maneras de trabajar. A veces, poner la mano a final de mes no es la forma más saludable de vivir. Los procesos vitales, el desarrollo personal no va ligado a la forma de trabajo que observan las compañías ni los ritos sociales.
Lo primero que se inocula en nosotros es la necesidad de ser algo de mayores. ¿Qué vas a ser de mayor? pues yo mismo, supongo. Lo decimos sin pensar que estamos siendo lo que hacemos. Nuestro oficio acaba siendo nuestro carácter.
Es curioso, las personas que más triunfo y éxito cosechan en su oficio, por lo general, resultan las más infelices. En cambio, los que escogen son los más afortunados en su vida personal. Hagan un ejercicio práctico y vean a su alrededor quién es de verdad más feliz. No por serlo se tienen menos arrugas o más propiedades ni más inteligencia. Aunque los que dirijan las grandes empresas mundiales tengan propiedades, sean guapos o inteligentes, habrá que enseñarles que la vida dista mucho de lo que entienden por bueno. Y a muchos de nosotros, también, pero con la cooperación necesaria de los que nos vienen inoculando los referentes de felicidad y bienestar desde que nacimos. Que sea verdad eso que nos decían de pequeños:

"Cuando seas mayor harás lo que quieras". Aforismo materno.