Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






28 de junio de 2010

Desprecio al pensamiento

Manejar el lenguaje con destreza no es un arte, es una necesidad. Somos resultado de lo que decimos y lo que hacemos. Esa correspondencia nos convierte en torpes, mentirosos, virtuosos, agasajadores. El lenguaje y la habilidad nos ha hecho lo que somos (o podemos ser): inteligentes. Por tanto, fomentar el uso habilidoso del cuerpo y desarrollar la capacidad de comunicación nos hará crecer. La Sociedad hace lo contrario. Cada vez más gente se tropieza por la calle y se expresa peor.

Cada palabra intenta acercarse a un pensamiento. Sin embargo, este sistema de acercamiento lastra un problema endémico: falta de exactitud. Ahí es donde uno escoge la manera expresiva que más se acerca a lo que quiere manifestar. Y la imaginación aparece para, por medio de la creatividad, mandar un mensaje. Saber combinar lenguaje, expresión y creatividad es lo que somos para los demás y no es fácil. Y no digo combinar, sino saber combinar. Eso es el arte, el arte como proceso. Este proceso es el que discrimina el oficio y la vocación.

"A los hombres educados en el desprecio hasta el amor les sirve para expresar su odio". Ángel González

11 de junio de 2010

Que este fuego, fatuo sea

Con la llegada de la crisis económica han aflorado, sobre el fondo putrefacto de la Sociedad, viejos y senectos credos que parecían haber bajado ya al sepulcro. Tristemente, la superstición planea, obstinada, sobre nuestras cabezas. En lugar de creer en proyectos vitales propios o tener ciertas ambiciones armónicas con nuestros valores, hay personas que todavía alzan pancartas hablando de "rendirse" ante Dios o compañía. Y la palabra "rendirse" es la razón de ser de este post en el blog. Puedo ser creyente en la fe concordante con el individuo que dijo eso, sí. No obstante, mi Dios -en caso de que lo tenga-, no tiene "más sustancia que la que tengo yo"* y "rendirme" ante él sería errar tanto como si él se rindiera ante mí. Debo admitir que he visto alguna telenovela, donde Francisco Jesús agradece a Dios el hijo que ha tenido con Violeta Jacinta. Y no es más que el amor de estos dos entes lo que ha hecho posible el milagro de la vida. El dolor que soporta Violeta Jacinta al parir no es como para que Fco. Jesús le agradezca a otro su esfuerzo y capacidad de dar vida. Yo me enfrento a dioses cada día -y nada de animismo ni politeísmo- y lo son porque tengo en ellos más fe que en ningún Dios al que pueda temer y amar: la mujer a la que amo y que tan bien me trata, con la que comparto mi tiempo y mi mala leche, mi madre a la que admiro, mis hermanos a los que adoro, mis amigos, que se esfuerzan por mantener el contacto y que este fuego, fatuo sea. Ante ellos y ustedes, lectores, yo sí me rindo.

"El Templo es la vida, la vida es el Templo". Aforismo tántrico

*Del monumento poético "Espacio", de Juan Ramón Jiménez.

4 de junio de 2010

Oído cocina

Puedo vislumbrar cuál es la causa o causas de la sobrevaloración de lo visible, de lo estético. Ésta es la época del ojo y el ojo engaña. Eso sin tener en cuenta a los que se limitan a ver y no observan. El oído ha perdido su prestigio -en sentido mágico y glamuroso- y es, sin duda, quien aporta verdadera belleza. Nos enseña el arte del matiz y lo sutil, mientras escuchemos. Bien lo saben los músicos que, sin duda, se quedarían ciegos antes que sordos. Y lo primero que aprenden es la diferencia -fundamental- entre escuchar y oír. Los estetas, dudo que tengan las mismas preferencias. Un ciego es capaz de ver con el oído; es prudente y circunspecto por obligación natural. Cierto es, que determinados usos sociales no los puede ejercer ni apreciar: no sabe qué tonos están de moda, no gesticula, ignora cómo es el último modelo de teléfono móvil, no puede preguntar cómo se hizo uno esa herida... Vivimos en la cultura de lo vistoso, llamativo, del disfraz. Pensemos sobre los disfraces que nos ponemos nada más levantarnos y sobre los que nada más levantarnos llevamos puestos. La cultura del ojo se extiende a nuestra configuración mental y preferencias. Las apariencias juegan un papel crucial hoy día, no hay fusión empresarial, acto diplomático, de Estado, bautizo, juicio o conferencia que no esté asesorado por el engaño estético. El buen oído aparta lo superfluo -esencial para los estetas- y aporta a nuestro entendimiento lo sustancial. Escuchemos, por tanto, los colores de la vida y encontraremos nuestro preferido.

"Hay que escuchar a la razón, pero dejar hablar al sentimiento". Robert Schumann