Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






25 de marzo de 2010

Queer as folk

Está de moda eso de ser raro. Disfrazarse con el lenguaje o con llamativas vestiduras para llamar la atención del público es de lo más cool. Sazonar pensamientos con ingredientes ajenos o hacerse el espasmódico mental son elementos integrantes de la masa que quiere llamarse minoría. Y no son menos ordinarios que el día y la noche, son tan raros como cualquiera (queer as folk). Atreverse a indagar no está de moda, sacarle el humor a las cosas, tampoco. Atreverse, está mal visto.

"Sapere aude" (atrévete a saber). Horacio

Tomo y ombligo

Veamos algunos clichés de la "sociedad actual". La "titulitis" es uno de ellos. El discurso de cada uno lo respalda la solvencia de sus títulos. Hemos pasado del estamento nobiliario a la "clase titulitícea". Lo que diga un titulado en su materia no puede ser reprendido, dado que viene refrendado por el título en cuestión. Démosle al título la credibilidad que correspondería a la experiencia o al conocimiento, así es más fácil pintar con un círculo lo que interesa. Vivimos en una Sociedad que se dedica a pintar círculos y subrayar. Te dicen: "No, tú lee lo subrayado o lo que está en negrita" y así todo. Una discoteca o un aula, es el lugar idóneo para ver lo representativo de la cultura del negrita. Y vista la cultura del negrita, ¿cómo no vamos a tener estos cánones de belleza?. Bello es lo que Microsoft o Hollywood subrayan, ponen en negrita o enmarcan en un círculo. El que no se encuentre entre el tomo de "sabelotodismo" del "tutulitíceo" y el ombligo de Microsoft, bienvenido sea.

"Con los ojos en alto y la boca abierta, el pueblo escucha ávidamente lo que cree que le complace; y cuanto menos entiende, más admira". Jean de la Bruyère

21 de marzo de 2010

Moral sin relinchos

No me vengan soltando discursos morales. La moral no es justificación para ningún acto. La ética no legitima ninguna intervención. Ya sea oral o actuante. Comerse bebés cuando hay superpoblación en una tribu es algo funcional y no un asunto concerniente a la moral. Otra cosa es, que entre el público, resuene una voz diciendo que eso es una "animalada" y suelte un discurso de corte moral, mezclado con pautas de cómo se va de compras por El Corte Inglés del sentimiento de culpa. Ahí es cuando un Descontento se mira la punta de los zapatos y suspira. Revisemos con profundidad estas cosas. Creemos llegar al fondo cuando sólo hemos alcanzado a ver la alegoría del fondo. Y, ¿cuál es la empresa que mejor explota sus recursos? yo creo que son Coca-Cola y el Vaticano. Uno provoca sed para saciarla y otro fomenta la culpa para expiarla. ¿Acaso es el aborto una cuestión de "moral pública"?. El aborto, como otras cuestiones, es un asunto de "ética privada" y la moral nada tiene que ver ahí. Al igual que el aparato jurídico del Estado no juzga sobre litigios sentimentales, no debería hacerlo en los morales. La Iglesia, que se pronuncie cuanto quiera, pero el Derecho debe tener el menor contenido moral posible, porque una "animalada" es encarcelar a uno por pronunciarse dentro de la autonomía de su voluntad -aunque el contenido de esta afirmación sea moral-. La moral, en todo caso, debería tener contenido auténtico, no imbuído, fruto de lo sensible. Si no, la moral es, como dice la canción de Atahualpa Yupanqui, un corral sin relinchos. Antepongamos nuestras convicciones a la moral. Pongamos en cuarentena verdades impuestas y debatamos sobre ellas. Empecemos pues, por lo moral.

"No entiendes realmente algo, a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela". Albert Einstein

18 de marzo de 2010

Cobro, luego existo

A lo largo de la historia, hemos pasado del animismo al politeísmo, luego al monoteísmo* y después al "credicitismo" o "cobroísmo". Si James G. Frazer levantara la cabeza vería cómo las nuevas divinidades, como el derecho de crédito, la subrogación por pago y compañía son ya los reyes del mambo. ¿Y dónde va la gente?, donde va Vicente. Como Vicente tiene una hipoteca para pagar la casa que no podría comprar jamás, un crédito para permitirse el coche que nunca terminará de pagar y chincha mucho al resto con todos sus lujos, pues todos como Vicente. El que no cobre, depresión al canto. Y el que cobre, depresión también, por no tener lo que la ambición le dicta: más, más y más, porque Vicente tiene y yo no -y eso es vergonzoso, malo para mi estatus adquirido-. De paso, los psicólogos surgen -entre inversiones bursátiles y fusiones empresariales- opinando sobre depresiones, estreses, shocks postcrediticios, ansiedades, olvido de intereses de demora, subrogaciones subterfugiadas, trastornos de sueño, infidelidades financieras, etc. Así mandan los banqueros, mientras los niños de camisa rosa se pelean por la sala VIP de la discoteca y los otros nenes de chupa de cuero se van de botellón -eso sí, todos con los mismos clichés y subvencionados-, unos en el Banco Central Europeo deciden si suben los tipos de interés, visto el buen progreso del consumo. Total, todos muy devotos sí, pero del euro, no de sus convicciones.

"Moda, marca y botellón, esclav@s a mogollón". Forges

*teoría de J.G. Frazer.

11 de marzo de 2010

Aburre tanto aburrimiento

Es interesante reflexionar sobre los que se aburren. Cada vez oigo decir a más gente y con mayor frecuencia eso de "me aburro". Si el cogito ergo sum* se manifestara, muchos aburridos desaparecerían espontáneamente. Menuda falta de creatividad, de imaginación, de análisis, de disfrute de las cosas. Antes, los niños se divertían jugando con barro, palos, muñecos; se imaginaban batallones de piedras en su jardín y veían las balas, saliendo entre humo de la pólvora de los fusiles de avancarga, desgarrando la piel de un canto que acabaría hecho añicos, por poner un ejemplo. Luego, esos niños -con esa imaginación-, si no tenían cargas familiares y se lo podían permitir, iban a la Universidad. Allí analizaban la Sociedad, desde la política hasta los gestos y la constitución de las personas. Charlaban, tomaban té, observaban, escuchaban. Y para discutir, había calidad en el mensaje, con un juicio crítico conociendo bien lo existente y armados del poder de la palabra, cultivando la oralidad. Con este modus vivendi no había tiempo para aburrirse. Hoy, si uno encuentra con quién discutir, que se dé con un canto en los dientes. Y por pedir, que se discuta de las cosas que importan -no es por despreciar lo mundano, que tiene su encanto-, pero eso por pedir, que estamos en España. Asín que, el que sea como los de antes, que no se deje contagiar por el aburrimiento de los aburridos. Y los aburridos, que se aburran.

¿Hay un delito mayor que perder el tiempo?. Thomas Tusser

*de Renè Descartes: pienso, luego existo.