Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






18 de marzo de 2010

Cobro, luego existo

A lo largo de la historia, hemos pasado del animismo al politeísmo, luego al monoteísmo* y después al "credicitismo" o "cobroísmo". Si James G. Frazer levantara la cabeza vería cómo las nuevas divinidades, como el derecho de crédito, la subrogación por pago y compañía son ya los reyes del mambo. ¿Y dónde va la gente?, donde va Vicente. Como Vicente tiene una hipoteca para pagar la casa que no podría comprar jamás, un crédito para permitirse el coche que nunca terminará de pagar y chincha mucho al resto con todos sus lujos, pues todos como Vicente. El que no cobre, depresión al canto. Y el que cobre, depresión también, por no tener lo que la ambición le dicta: más, más y más, porque Vicente tiene y yo no -y eso es vergonzoso, malo para mi estatus adquirido-. De paso, los psicólogos surgen -entre inversiones bursátiles y fusiones empresariales- opinando sobre depresiones, estreses, shocks postcrediticios, ansiedades, olvido de intereses de demora, subrogaciones subterfugiadas, trastornos de sueño, infidelidades financieras, etc. Así mandan los banqueros, mientras los niños de camisa rosa se pelean por la sala VIP de la discoteca y los otros nenes de chupa de cuero se van de botellón -eso sí, todos con los mismos clichés y subvencionados-, unos en el Banco Central Europeo deciden si suben los tipos de interés, visto el buen progreso del consumo. Total, todos muy devotos sí, pero del euro, no de sus convicciones.

"Moda, marca y botellón, esclav@s a mogollón". Forges

*teoría de J.G. Frazer.

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