Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






7 de abril de 2010

¿Filantro qué?

Los medianamente observadores vemos una especie de gentrificación popular mal llevada. En un período escaso de tiempo -unos treinta años- se ha aburguesado hasta el más paupérrimo de entre los muertos de hambre. Y no es malo ni bueno, no lo enjuiciemos, más bien observemos. El capitalismo ha permitido una gran clase media, con un poder adquisitivo suficiente como para mantener algunos vicios y vivir con razonable desahogo. Pero la cultura es la misma, apenas ha habido progresión pedagógica. La educación llega más lejos sí y hay menos analfabetos. Pero eso dejémoslo a manos del Instituto Nacional de Estadística (los que dicen que si yo me como un pollo y tú no entonces nos hemos comido entre los dos medio pollo, los del I.N.E.). La disolución no es tan concentrada; la educación ha pasado de sentirse como un lujo a ser una obligación. Y, en palabras de Horacio, el lujo no puede permitirse ser mediocre (y la poesía es un lujo). Basarse en el concepto y la teoría en vez de sembrar la curiosidad, la inquietud, las ganas de seguir aprendiendo, aprehendiendo con la mente, como una manzana entre las manos. Las teorías se olvidan, la inquietud persiste. Esperemos que este paseo de espectros que son las calles de las ciudades desaparezca y volvamos al "te ayudo", a la filantropía y al lujo de tener una educación y procurarse otra cada día.

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