Bienvenidos al club del descontento. Aquí se revelan inquietudes, de toda disciplina y condición. Ya sean divinas o humanas, para regodeo de todo espectador que desee sumergirse en tan tupidas letras, bien del rebaño o egregio cual maverick.






22 de noviembre de 2010

Cosificación de la vida

Dicen las sentencias de Derecho Penal del Tribunal Supremo español, esto es, la jurisprudencia española en materia penal, que la muerte "es la cosificación de la vida". Y cosificar no es más que hacer de algo una cosa. De este modo, los magistrados con aires de filósofo en paro que disfrutan del buen whisky, postulan que para ellos, la muerte es cuando la vida se hace "cosa". Resulta muy romántico que el cadáver sea una metáfora de la vida. He aquí mi inquietud: las cosas y las personas.
Hace poco que analizo los procesos mentales de las personas. Pues la mayoría de nosotros, cuando queremos hablar de las cosas, pasamos a hablar de las personas, sin darnos ni cuenta. Un ejemplo claro es la política, que es el arte de, precisamente, lo inverso a cosificar: personificar. Las cosas, los actos, llevan al malhechor y ya no hablamos del recién inaugurado tren, sino del "lavado de cara" de tal político. Y esto nos pasa con nuestros amigos, parejas, padres. Un regalo que no ilusiona no es una cosa sin más, sino que se extiende al amigo que lo regala y pasa a ser un amigo que desilusiona. Esto podría llamarse "presunción de maldad". Y la carga de la prueba -el demostrar algo- la tiene el presunto culpable. Hay que explicar que no se hizo a mala idea e incluso, pedir perdón por cometer tan pecaminoso error. Es fácil ver un regalo, sí, saber si a uno le gusta. Pero es complicado ver un esfuerzo, un gesto que oculta cariño sincero, un silencio que no refute lo que queremos oír. Olvidamos estas cosas fácilmente en pos de lo fácilmente visible. Acostumbrémonos a dudar de lo malicioso, a pensar antes de hablar, a aguantarnos y que los minutos se coman la ira que poco a poco, irá desapareciendo. Será solo amor la cosa que sintamos. Hablaremos, entonces, de objetos y de sujetos, pero por separado.

"A veces un no niega más de lo que quería (...) Se dice "no, no iré" y se destejen infinitas tramas tejidas por los síes lentamente". Pedro Salinas

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